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Hay muchas razones por las que la gente se acerca a un taller de escritura. Están los que han hecho de la literatura un proyecto de vida, pero también los que vienen a conocer gente; están los que buscan una actividad recreativa o algún tipo de gimnasia mental; y están además los que nunca pensaron en escribir hasta que tuvieron algo digno de contar. Álvaro Vizcaíno pertenece a este último grupo. Apareció por el taller a principios del 2016. Dos cosas me impresionaron de su caso. La más evidente era lo curiosa y extrema que resultaba la experiencia que quería narrar. La segunda fue la fuerza de una prosa, directa y llena de detalles, en alguien que no tenía, al menos que yo sepa, ninguna experiencia previa en escritura narrativa. El tiempo que estuvo en el taller lo dedicó a esbozar algunas escenas, luego se fue de Barcelona y le perdí el rastro hasta hace unos meses, cuando me volvió a contactar para seguir trabajando en lo que ya era una novela. La novedad, me contaba, era que habían filmado una película con su historia, y había cerrado un trato con la editorial Planeta para publicar el libro. Aparte de escribir bien y tener una determinación de acero, Álvaro parece ser un mago del marketing para lograr que todo esto suceda en tan poco tiempo. Su historia tiene lugar en una de las zonas más inaccesibles de Fuerteventura, en donde, buscando un sitio para hacer surf, se resbala y queda colgado de un acantilado. Por supuesto, la verdadera historia había empezado mucho antes, y ese desafortunado resbalón será el punto de partida de dos días en los que estará debatiéndose entre la vida y la muerte. La película se llama Solo y la dirigió Hugo Stuven. Se estrena el 3 de agosto, hoy mismo, en toda España. Les dejo aquí debajo el trailer por si a alguno le tienta. Personalmente, es una alegría ver hasta donde puede una historia llegar a crecer.
